Dharm o las cosas de otro mundo

 

Dharm o las cosas de otro mundo

Empieza el VII ciclo de conferencias organizado por el Centro de Estudios sobre el Budismo y titulado Cosas de Otro mundo

El ocho de abril, en el palacio de Corigliano ha empezado una serie de encuentros semanales que seguirán durante todo el mes y  principio de mayo, sobre el tema de la religión en Asia visto a través de uno de los medios de comunicación masivo más difundidos: el cine.
El Centro de Estudios sobre el Budismo nos propone un itinerario cinematográfico compuesto por seis películas que tienen como tema la espiritualidad y la religión (y todos sus diferentes aspectos) en Asia.
El primer encuentro ha sido introducido por la profesora Stefania Cavaliere que ha presentado también la primera película de la reseña: Dharm.
Terminada de grabar en 2007 fue premiada en el festival de Cannes en el mismo año. Dharm fue la primera obra de la periodista india Bhavna Talwar. Los hechos se desarrollan en Banaras, ciudad que se ha vuelto el centro principal del hinduismo y de todas sus contradicciones, y nos habla de Brāhmana Pandit Chaturvedi y de su familia. A través de una fotografia de alta calidad la directora nos enseña lo que es el hinduismo hoy en día por medio de imágenes de la vida cotidiana en la sociedad india contemporanea.
La profesora Cavaliere nos explica que el Dharm es el principio que regula el Universo entero y también determina la estructura social india. Dharm es la religión, una religión que debería representar los valores más puros en lugar de imponer modelos comportamentales muy rigidos y condenar a la gente a vivir dentro de una casta. Brāhmana Pandit Chaturvedi entra en contacto con un niño impuro (musulmán) y por eso tiene que someterse a un ritual de purificación muy largo mientras que alrededor de él se cumple una terrible matanza de infieles. Al final será Brāhmana Pandit Chaturvedi quién rompe con las obligaciones que la casta impone, consiguiendo entender que religión no significa odio y violencia pero sí humanidad, y quizás es este mismo mensaje que la directora Bhavna Talwar quería transmitirnos.

Davide Aliberti

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